viernes, 7 de marzo de 2008

Toc toc tumb tumb


De pronto el corazón empieza a taquear. Toc toc tumb tumb como una murga mortuoria saludando en calles extremas. Nocturnas. Desangeladas. Camina un poco y se hace sentir. Generalmente uno no siente que tiene corazón o estómago o sexo. Si llama es alerta. Si el corazón empieza a recordarte que tenés corazón, es la muerte o el terror. Toc toc tumb tumb llama. Con nudillos azules golpea todas las puertas. Tiembla en las piernas en los ojos en las costillas. Taquea fuerte en una callejuela turbia esquivando adoquines. Taquea en el alma y en la piel.
Toc toc tumb tumb el corazón habla por vos. Huye de la mano independiente con dedos de púa que lo atrapa siempre siempre porque el corazón está encerrado en la celda mínima del pecho agolpado en la frontera del esternón y las costillas y la garganta y de ahí no se sale, él lo sabe. Y la garra lo apresa y lo aprieta y él siente que explota, que revienta, que escupirá toda la sangre, toda, para hacerse pequeño y que ya no bombeará más para pasar inadvertido y hacerle creer a la garra que ya murió y que las púas se vayan en busca de otro corazón imprudente que taquee sin freno. Pero la garra no cree, nunca cree y aprieta, más y más. Y el corazón fuga temerario, se escurre hacia arriba e intenta salir por la garganta y no deja respirar y sube hasta la boca que se abre pero no hay lugar, no hay puertas, no hay salida y se vuelve y cae cansado ya sin ánimo toc toc tumb tumb toc tumb y es más o menos
la muerte pero no del todo.

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