miércoles, 28 de noviembre de 2007

Linda y agreste


Sangre joven y nueva
Linda y agreste del Paraguay
Viene morena y simple
Con ojos anchos y frente intensa
A hacer la vida y el paraíso y la ciudad
Que la espera enorme brazos abiertos color de trigo
Un sol distante de pisos altos sueños ahí
tan a la mano

Se la imagina
Rúbrica altiva de las promesas del hombre limpio
Alpaca en el dedo anteojos de noche camisa blanca
Que la llevó
Ella no sabe por qué no creerle
En la ciudad allá muy lejos la paga es buena
Los niños juegan mientras los cuidan
y ella teje una historia de niños blancos y patios verdes
y un domingo de baile
sin descansar
En la cintura siente el dolor de tanto viaje
Hay a lo lejos luces ligeras
que le delatan la ciudad
Y ella viene
sangre joven y nueva
linda y agreste del Paraguay
Piensa en los niños que la esperan
Seguramente en la estación
Y se sorprende ante ese hombre
Camisa blanca alpaca en el dedo anteojos de noche
Que se la lleva sin una palabra
Hacia la boca sangrienta
de la tempestad

Nunca amanece en la ciudad
Siempre es oscuro en su piel
en las horas que vienen
en el rostro amarillo


del hombre salivoso que paga por ella.



Decenas de muchachas paraguayas y dominicanas llegan bajo engaño a los suburbios de Olavarría. Prostituidas, esclavizadas y explotadas se les arrasa la identidad.

jueves, 8 de noviembre de 2007

Leviatán



El día en que se despierta el monstruo dormido es el atardecer del mundo. El monstruo vive en todos. O en casi todos. Se esconde entre el alma y el diafragma. Se cubre con los pliegues cardíacos. Se tapa la cara con el disco de angustia que suele amontonarse ahí, en el medio. Y suele despertarse cuando cualquier azar desentendido presiona la tecla acaso destinada al off eterno. Y desata el leviatán interior, el sismo transformador. Que vuelve a un hombre gris y manso un atroz lobo para los otros.
Los gaseadores del Reich, los anónimos torturadores concentracionarios de la Argentina, los degolladores étnicos ruandeses, los yankis martirizadores de Bagdad, los profesionales odiantes de judíos y negros en ejercicio del poder en una esquina sórdida o en el estado, los que laceran feroces antes de matar porque es su concupiscencia y su lujuria y su placer más rojo el dolor de aquel a quien odian por convicción o porque las circunstancias desataron el monstruo escondido entre el alma y el diafragma y se torna imparable y el más pacífico y generoso de los vecinos se vuelve engendro desbocado.
Los degolladores, los torturadores, los odiantes, aman a sus niños y entregan limosnas en las plazas públicas. Fundan clubes rotarios y sociedades de fomento. Degustan la eucaristía, confiesan y se confiesan. Y cuando oscurece en el mundo disfrutan y eyaculan con la aplicación prolija y lacerante del odio en un cuerpo desvalido.
Viven en la casa vecina. Respiran el aire que purificamos con el esfuerzo de nuestros pulmones. Compartimos la medianera. Y no sabemos quiénes son. Hasta que un día se abre el portón del abismo. Atardece en el mundo. Y aparecen los leviatanes desquiciados. Para que no olviden los desprevenidos que cualquier amanecer suavecito suele costar la vida.

jueves, 1 de noviembre de 2007

Noticias


Sólo una noticia habrá que me despierte
Yo me dormí a la vera de las cosas
para no ver pasar ninguna
y no saber lo que se llora mientras vivo
Pueden salpicarme ríos de lágrimas
Rozarme llamas de desolación
Pero yo decidí morirme un rato
Desvivirme una parte
Desalmarme a pedazos
Desangelarme y desdolerme
Para que todo no me acuchille
Como el asesino en la ventana
Sólo una noticia
Sólo una habrá que me despierte
Que reines en la vida y en la muerte
Hasta que el mundo sea otro