domingo, 15 de noviembre de 2009

Casa tomada


La casa está grande. Yo a veces la camino despacio, le espío los rincones. Hay olor a pintura fresca y voces de cuartos vacíos. Está llena de gente pero no hay nadie. Yo la quería así a la casa. Despejada y hueca. Para subirme yo al reinado de sus paredes. Pero está grande. Y llena. Aunque Eco responda al cierre de las puertas y a mi voz chiquita preguntando por alguien. La quería así. Y ahora le temo. Porque están todos aquí. Pero no hay nadie. No hay la vida saltando por las ventanas mientras el sol averigua. Está grande y vacía la casa. La vestí colorida y tibia. Como la soñaba. Pero cuando me asomo, apenitas, aparecen colgados en mi almohadones. Dormidos en mi cama. Vestidos en mis placares. Leídos en mi biblioteca. Yo me tomo de un trago la resignación. Y me hago pequeña en la habitación de los días. Con la notebook que me habla a los ojos. Tan cerca de la puerta. Donde me salvan los pájaros que discuten las voces de la radio. Y yo me puedo evadir entre las madreselvas cuando vienen por mí.

Luna del perverso


Se va a caer la luna
De a gotas y de a lágrimas
Se va a caer
Sobre tu mundo
dormitorio de los crueles
Se va caer del cielo a tu cabeza
A tu techo a tu costado
Se derramará en tus piernas en tus comisuras
Te matará ardiente comedida
Te penetrará herida con herrumbre
Envenenará tu sangre la luna
Y revelará tu cara
A todas las víctimas del mundo
Se va a caer una noche repentina
Lloverá
diluvio de luz en la piedra ritual
Y estarás ahí
Con los ojos condenados
en las llamas de la historia

lunes, 9 de noviembre de 2009

Tanto, pero tanto bajo el puente


No sé por qué elegí volver.

No sé por qué abandoné este vuelo.

No sé por qué fue un año sin animarme a entrar.

Como si implicara asomar la nariz a una incerteza aterradora. A un golpe en la cara. A una presencia temible.

No sé por qué tuve tanto miedo. No sé tanto de estas cosas. Pensé que un blog tenía vencimiento. Que si no se lo llenaba de palabras como de combustible una vez cada tanto terminaba languideciendo, muriendo. Y una buscaba el pájaro un día con timidez y terror. Y el pájaro ya no estaba más y sólo había unas letras infames que decían por ejemplo not find out o algo parecido. Tan determinante como eso.

No sé por qué lo dejé en octubre. Y me animo a entrar en noviembre.

Hoy hace dos meses y ocho días que se murió. No pudo escuchar la charla que tuve al aire con Ada Morales. Ni pudo llorar conmigo cuando la Negra dejó de cantar.

La extraño mucho a veces.

Tanto de lo que hablábamos ahora se queda en el silencio. Se escurre por la rejilla del lavatorio cuando me mojo los ojos con agua fría.

Acaso por eso vuelvo. Ahora.

Para decir todas esas cosas.

Que no entran en ninguna caja de té ni en ningún título del diario ni en las zarpadas de la radio ni en el café de la noche.

Sólo son de aquí, de este espacio sin luz pero de fuego.

De este pájaro que soy.