lunes, 21 de diciembre de 2009

Rey de Azares en público

José, el intendente, se lleva el libro

Guille, Silvana y el maestro Onofrio



Rey de Azares está en la calle

jueves, 17 de diciembre de 2009

Domina tu aldea y dominarás el mundo








/Guillermo Del Zotto y Rodrigo Fernández

Silvana Melo decide escribir una novela con ingredientes políticos, nada menos que en 2002. O no tan “nada menos”, sino más bien “justamente” como dice la autora “cuando el país se derrumbaba”. Pero tardó siete años en ser editada. Y el próximo sábado, en el Museo Dámaso Arce, será presentada con ilustraciones del maestro Norberto Onofrio, quien además realizará una muestra de su producción en las salas del Mapda.Uno de los tantos dibujos del maestro Onofrio para "Rey de Azares".
Silvana Melo no esconde su alegría y orgullo al contar con este referencial artista plástico para su primera novela, pero eso no oculta a su vez la densidad de la propuesta. La autora admite haber construido “una novela de derrumbe. Donde todo se cae a partir de un hecho determinado y todo se desnuda. Donde la esencia del ser humano se muestra también. Donde sale lo peor de cada uno”.-Contanos en qué contexto nació Rey de Azares y cuál fue la necesidad de abordar ese tema...-De hecho Rey de Azares nació a principios de 2002, cuando el país se derrumbaba y no había horizontes, al menos cercanos. El país de 2002 era una oscuridad absoluta, un cementerio donde uno apenas asomaba la cabeza entre los muertos como para tratar de sobrevivir el día. El futuro era algo así como una utopía. Recuerdo con mucha nitidez esa sensación de muerte generalizada. Y para sobrevivir, vos sabés, no hay como escribir. Y si una puede escribir el derrumbe del que es parte, posiblemente construya escalones como para comenzar a salir. Rey de Azares es una novela de derrumbe. Donde todo se cae a partir de un hecho determinado y todo se desnuda. Donde la esencia del ser humano se muestra también. Donde sale lo peor de cada uno.-¿Cómo surgió la idea de ilustrar la novela con dibujos del maestro Onofrio?-No surgió de mí, sino de Silvio Oliva Drys, un artista y gestor al que me une una historia de vida y quien decidió un día poner fichas en serio en Rey de Azares. A la hora de pensar en ilustrar, en poner cara y expresión a lo que era sólo letra, pensó en grande. Y el maestro Onofrio se puso a trabajar de una manera tan exuberante que produjo más de 60 dibujos impresionantes para la novela. A esta altura, creo que es una enorme obra artística con una novela detrás...-Considerando que pasaron siete años de la creación de Rey de Azares, ¿cómo ves el entramado político hoy en relación con la trama que trabajaste?-Creo que nada ha cambiado demasiado. Porque lo que era derrumbe político y económico en ese momento, se tradujo después en un derrumbe aterrador de las utopías y de los sueños colectivos. Y eso creo que es mucho peor que lo vivido en ese 2002. En ese momento las cosas se reconstruían de la nada y el hecho de sentirse dios para re-crear generaba fuerzas iniciáticas, fundacionales. Ahora todo parece mucho más difícil de reconstruir.-¿Podemos definir a Rey de Azares como una novela política o como una ficción de la que no se puede separar la política?-Creo que es una ficción humana, desgarradoramente humana donde la política es sólo un aditamento más. Porque hay poderes que van más allá, como los poderes económicos y hay guerras que sobrepasan las guerras por dominar el mundo o la aldea. Pasan por la supervivencia. Y las guerras por la supervivencia son terriblemente despiadadas.-En tu trabajo te relacionas constantemente con personajes del mundo de la política ¿te sirvió para escribir o por lo menos para inspirarte?-En realidad, la política te sirve para conocer esas situaciones en las que la gente se muestra tal como es o exhibe su peor cara. La política es una herramienta de cambio, de transformación. O al menos debería serlo. Pero cuando el ser humano mete la cuchara, toda la maravilla va a parar a la basura. ¿Pesimista? Sí, muchísimo.-¿A quiénes consideras tus influencias a la hora de sentarte frente a la computadora?-No sé si hoy tengo influencias. Leí mucho Auster, mucho Saramago, mucho realismo mágico, mucho García Márquez. Tomé alguna vez de ellos lo que creí que podía tomarse sin que se lo sintiera como un latrocinio. Y hoy, a esta altura de la vida, trato de escribirme a mí misma. Mal o bien, pero a mí misma.-¿Podés contarnos si estás trabajando en algún proyecto nuevo?-Estoy trabajando en algo nuevo. Esta vez, sobre la base de una historia real, increíble, que tiene raíces cercanas. Y que, desde hace años, quiero novelar.-¿Cuánto hay de Olavarría en Los Pozos?-Nada. Absolutamente nada.-Como tu trabajo es el periodismo político, ¿la literatura te ofrece libertad a la hora de expresar tus propios puntos de vista en la construcción de la trama y los personajes?-Sí... la enorme libertad de quitarme todos los corsets de la realidad, de los cuestionamientos varios, de lo que no se debe escribir, de cómo hay que decir lo que uno piensa para no lastimar al que vive lastimando a la gente todo el tiempo con su modo de hacer y sus métodos de hacer. La literatura es absoluta libertad, es vuelo. Es la verdadera maravilla.

Apenas el amanecer



Durante el año 2002, cuando el país se derrumbaba y caía estrepitosamente sobre los sueños, las utopías y las ilusiones de millones, sentí que me paraba a renacer sobre las losas de un cementerio. Alrededor sólo había respiraciones esforzadas, la garganta del país había enmudecido, las sangres estaban detenidas como ante un camino olvidado. Sentí que había que responder a la noche con llamas diminutas. Con el fuego que se pudiera encender. Apenas una luciérnaga en el ocaso universal.Rey de azares nació del derrumbe. Y habla del derrumbe. Acaso si el país no hubiera estallado en mil pedazos la angustia de la supervivencia no estaría grabada a fuego en un texto que ya no es mío. Que nunca lo fue. Que se construyó solo, pirandéllicamente. Con personajes que asomaban de mi piel buscando quien los escribiera. Traían su historia en los huesos y me la dejaban puesta, colgada en el alma. Para ver si era capaz de concederles nombre y olor.Ahora, además, son papel. Tienen cara, hados y cubiletes precisos. Ahora son. Están afuera. Viven por sí mismos. Y ya no puedo hacerme cargo de sus vidas extremas.