sábado, 13 de septiembre de 2008

Regreso del derrumbe


Un año conviví con ellos. Eran miles. Un pueblo entero. Brotaban todo el tiempo de mí, creo, porque era necesario. Ellos se desintegraron de horror, sin códigos ni esperanza. Se derrumbaron, se desangelaron y se desalmaron. Yo los escribí porque era necesario. Porque había que escribirlos en ese momento de la historia. De la mía, de la nuestra. Me eligieron a mí para que lo hiciera. La novela de un pueblo derrumbado mientras se deshacía mi propio espacio vital. Mientras el país se venía abajo y estábamos todos bajo la tierra yerta del cementerio. Rey de Azares nació en 2002 y cuatro años después fue el origen de este blog. Fue la primera letra que se lanzó a la web desde el pájaro sin luz.
Nació del derrumbe y de una historia loca del siglo XVII: la de Artemisia Gentileschi, una hija artística de Caravaggio que me presentó como si nada Silvio Oliva Drys por aquellos tiempos.
Después el país volvió a abrir los ojos, como siempre. Como inmortal. Pero el pueblo cruzado por un hado inexorable, el de Rey y Artemisia, no. La novela quedó telarañada, del lado oscuro de las cosas. Hasta que Silvio Oliva Drys –en medio de su huracán gestionador de maravillas- dispuso un Espacio de Arte que en minutos no más será punto com, que representará artistas increíbles hacia el mundo y como si fuera poco editará Rey de Azares con posibles prólogos e ilustraciones impensados que jamás me animaría a poner en palabras aquí.
Puro azar esquivo y perentorio es la vida.
Rey sabe de esas cosas.