miércoles, 26 de marzo de 2008

Un año en vuelo


Este pájaro sin luz ha volado un año por cielos de tormenta y ha bajado a veces, sólo a veces, en busca de semillas, gotas trasnochadas, briznas tiernas. Hoy, un año después de emprender vuelo sin rumbo, es difícil bajar a tierras arrasadas. A tempestades donde hay sólo basura en el ojo del huracán. Donde los monstruos están sueltos y sus delegados vociferan en las calles. El pájaro sin luz cumple un año y sabe que si tuviera luz debería apagarla. Las bombas y el odio pueden alcanzarlo. Si lo ven sabe que será un buen blanco. Un pecho codiciado para los odiantes.

Vuela más sin luz que nunca, el pájaro. Para que no lo descubran. Sabe que lo acechan. Que cualquier piedra puede destrozarle el nudo que le ata las alas. Eso bombeante que llaman corazón. La calle está apretada de indignidad. Apropiada por otros. Por los leviatanes de esta historia. La calle está sucia. Conquistada. Muerta.

El pájaro sin luz, tras un año de vuelo, se enrama en un plátano. Y atisba la hoguera desde allí.

Sin luz. A punto de otro cielo.

sábado, 22 de marzo de 2008

tres de diez mil



Llenarían treinta veces esta sala.
La tercera parte de una ciudad así.
El estadio y la plaza en llamas y la historia.
Pero también
Irrumpirían en las casas vedadas
En los campos ajenos en las rutas arrancadas
En las calles donde ahora suenan otros.
Asaltarían los sueños para volverlos a casa
Para sacarles el quiste
De los apropiadores
Y recuperarse nosotros
Recuperarnos ellos
Volver a nuestras casas aquellas casas suyas
A la calle que hierve que vibra
La calle que es nuestra
Tres y diez mil veces nuestra
Y llenarla de pasos
de tinta y de gritos ahogados
Y buscar las rayuelas y la sangre ya negra
Y las rodillas rotas y el azar preconcebido
Y el túnel infinito y oscuro por donde se fueron
Y encontrar en la noche el camino que falta
Y traerlos de a uno, de a cinco
de a diezmiles
Porque estamos muy pocos
Y somos
Cada día más solos

viernes, 7 de marzo de 2008

Toc toc tumb tumb


De pronto el corazón empieza a taquear. Toc toc tumb tumb como una murga mortuoria saludando en calles extremas. Nocturnas. Desangeladas. Camina un poco y se hace sentir. Generalmente uno no siente que tiene corazón o estómago o sexo. Si llama es alerta. Si el corazón empieza a recordarte que tenés corazón, es la muerte o el terror. Toc toc tumb tumb llama. Con nudillos azules golpea todas las puertas. Tiembla en las piernas en los ojos en las costillas. Taquea fuerte en una callejuela turbia esquivando adoquines. Taquea en el alma y en la piel.
Toc toc tumb tumb el corazón habla por vos. Huye de la mano independiente con dedos de púa que lo atrapa siempre siempre porque el corazón está encerrado en la celda mínima del pecho agolpado en la frontera del esternón y las costillas y la garganta y de ahí no se sale, él lo sabe. Y la garra lo apresa y lo aprieta y él siente que explota, que revienta, que escupirá toda la sangre, toda, para hacerse pequeño y que ya no bombeará más para pasar inadvertido y hacerle creer a la garra que ya murió y que las púas se vayan en busca de otro corazón imprudente que taquee sin freno. Pero la garra no cree, nunca cree y aprieta, más y más. Y el corazón fuga temerario, se escurre hacia arriba e intenta salir por la garganta y no deja respirar y sube hasta la boca que se abre pero no hay lugar, no hay puertas, no hay salida y se vuelve y cae cansado ya sin ánimo toc toc tumb tumb toc tumb y es más o menos
la muerte pero no del todo.